Está joven y viva, y nadie podría imaginar que los nazis la dejaron prácticamente reducida a cenizas. La capital polaca tiene mucho ambiente y una oferta cultural y gastronómica variada y muy atractiva. Y, aunque la memoria histórica sí nos acompaña por las calles, también la música de su hijo Chopin, el arte en el barrio de Praga, el desarrollo intelectual en importantes centros y la diversión nocturna. Es una feliz sorpresa, por su belleza, su oferta de ocio y por encontrarla tan bien de salud...
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Los soldados parecen pesarosos, junto a los Juzgados edificados en 1989. |
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La bonita y amplia Plaza del Mercado recobró el aspecto de antes de la II Guerra Mundial tras la reconstrucción de Varsovia. |
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El interior del Castillo de Varsovia es una belleza. Nadie diría que esta zona fue tan bombardeada. |
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Familias judías van, abatidas, hacia Treblinka. Un símbolo del horror del exterminio. |
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El Museo de los Hebreos Polacos es único en su categoría. Verá abiertas sus puertas este año en la capital de Polonia. |
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También los patos polacos pasan frío. Éste estaba aterido en el amplio Parque Real Lazienki. |
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Uno de los palacios reales en el Parque Lazienki, en un paisaje de invierno puramente polaco. |
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Las delicias de la gastronomía polaca llaman a gritos cerca de la Plaza del Mercado. |
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